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QUIENES SOMOS...

¡Hola! Soy Ligia, de Ojo al Piojo, y les escribo esto por si alguno de ustedes quiere saber como hice para hacer lo que hago.

 

Cuando tenia 6 años, ponía a todas mis muñecas alrededor mío y actuaba para ellas. Después, les daba clases de algo...

Cuando tenia 17, me fui al conservatorio de música para estudiar y aprender la forma de actuar delante de un publico de verdad, ¡y dar clases!

Estudie canto, pedagogía musical y dirección coral. Y después me vine a Alemania, para seguir estudiando: acá estudié técnicas de música contemporánea y otra vez pedagogía musical. Aunque nunca me gustó ir a la escuela, me encantaba ir al conservatorio.

 

No se lo confesé a mi profe de teoría y solfeo: la pasaba muy bien en sus clases, pero varias veces llegue tarde por ver un programa en la tele que se llamaba Doña Disparate y Bambuco, basado en el libro de María Elena Walsh. Por si un día se encuentran con mi profe, mi excusa sigue siendo: ¡¡otra vez se rompió el tren en el que viajaba!!

 

Cuando era chica me daban miedo los payasos y los hospitales y el circo me ponía triste. Parece que algunas cosas cambian, porque de grande me fui a la escuela de circo y entrené para ser acrobata... y ¡payaso en hospitales!

 

Ahora canto y actúo arriba de escenarios, y doy clases de las cosas que aprendí a lo largo de estos años: igual a lo que hacía a los cinco años con mis muñecas.

Uno de mis sueños fue siempre con tener un grupo de música para chicos. Por suerte, hace tres años, junto a Ana Laura, Claudia y Ana formamos Ojo al Piojo -que viene el peine-.

 

De chica me encantaba chupar limones y disfrutar de estremecerme con el ácido.

Mi color preferido es el azul.

Me encantan el teatro de títeres, los cuentos de Ema Wolf, Ricardo Mariño y Gustavo Roldán, la música de María Teresa Corral y de Los Musiqueros.

Y del invierno alemán, las huellas de los gorriones sobre la nieve.

¡Hola! Soy Ana Laura, de Ojo al Piojo. Les cuento un poco de mi:

De chica me gustaba escuchar a mi papá cuando tocaba el piano en casa de mis abuelos. Y a los siete años empecé a estudiar piano por las tardes en mi escuela primaria. Después, a los once, en esas horas libres que teníamos donde nos dejaban visitar otras clases, descubrí la flauta traversa. Aunque el profesor era muy cascarrabias me encantaban las clases: escuchar el sonido de la flauta y todo lo que se podía hacer con la respiración. Me gustaba mucho estudiar, así que no tuve problema en dedicarle el tiempo que necesitaban los dos instrumentos.

 

Después seguí estudiando en el Conservatorio, donde al principio no me querían anotar en los dos instrumentos. Después de unas idas y vueltas, logré que me permitieran estudiar las dos carreras, y pude terminar los dos profesorados. Siempre me gustó dar clases... y aprender de mis alumnos.

 

Me gustaban las tortas de chocolate rellenas con banana y dulce de leche para mi cumpleaños. También me gustaba comer alfajores y hacer gajitos de plantas. Mi color preferido nunca fue el negro.... y el marrón tampoco.

Al llegar a Berlin, seguí tomando clases de flauta y de “técnicas corporales” (si, suena raro no?, pero en el camino a la adultez a veces nos olvidamos de cosas que de niños nos resultan super obvias). Descubrí... ¡que me duelen los dientes cuando hacen 20 grados bajo cero! Y que hacer música me resultaba más especial que antes. Me puse nostálgica, se me piantaron los lagrimones, y me acerqué al Tango y al Folklore. Armé varios ensambles, algunos dedicados a la música argentina, otros a la latinoamericana en general.

 

Cuando fui mamá se me abrió el mundo de la música infantil y empezamos a construir Ojo al Piojo, junto a Claudia, Ligia y Ana.

Disfruto mucho del proyecto, y de su público, tan especial y entusiasta.

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